RESUMEN EJECUTIVO
Teniendo en cuenta los cambios en los hábitos de consumo de la población,
influenciado en algunos casos por la publicidad, se evidencia el reemplazo en su dieta
el consumo de harinas por el de hortalizas en presentaciones mucho más agradables.
Este desarrollo está ligado con el aumento de los cultivos tecnificados de aquellas
especies de frutas con amplias posibilidades de ser comercializadas tanto para
consumo en fresco como en la elaboración de productos derivados que tengan un
mayor tiempo de conservación.
En la actualidad en las áreas veredales y suburbanas de la sabana de Bogotá, existen
parcelas donde se cultivan diferentes tipos de hortalizas, las que en algunos casos,
están siendo regadas con el agua de los vallados (contiene aguas residuales
domésticas y aguas lluvias), que circundan las parcelas y/o de las quebradas y los ríos
aledaños especialmente el Bogotá, (contaminados por vertimientos industriales, aguas
del alcantarillado sanitario y con basuras).
Por otra parte, se observa que los propietarios y trabajadores de estos cultivos tienen
origen campesino, y algunos son personas desplazadas por la violencia, por esta razón
traen consigo sus costumbres, creencias y actitudes en especial la producción agrícola
se realiza en una forma artesanal, sin contar con la protección y seguridad adecuada
para la aplicación de productos químicos y sistemas de riego adecuados, como las
hortalizas que son comercializadas en (expendios minoristas, plazas de mercado,
supermercados e hipermercados) sin llevar un control de trazabilidad ni las condiciones
de éstos, representando un posible riesgo para la salud pública, dentro de estos se
tiene la presencia de metales pesados (procedentes de las aguas de riesgo).
En apariencia, la calidad de estos productos es aceptable en el mercado por su forma,
peso y textura.
Sin embargo, el problema radica en su parte interior, porque además
del amplio número de contaminantes provenientes de las aguas del río Bogotá, reciben
en sus tejidos concentraciones de metales pesados, que sobrepasan los niveles
máximos permisibles de la normatividad en este sentido.
Es así, como las hortalizas regadas con el agua del río Bogotá albergan en sus tejidos
residuos de metales pesados como cromo, plomo, mercurio, cadmio y arsénico.
La
acumulación de estos elementos en el organismo humano podría generar
enfermedades del sistema nervioso, problemas respiratorios y cáncer. Cada vez que
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se consume una hortaliza de la Sabana de Bogotá, con todos los nutrientes que puede
aportar, se reciben residuos de metales pesados que se alojan en los diferentes tejidos
del organismo y pueden causar daños irreparables en la salud.
Es por esta razón que la Secretaria Distrital de Salud, por medio de este estudio, ha
puesto interés en el tema en su jurisdicción para que se empiecen a generar
inquietudes y a formular propuestas que mejoren los procesos productivos, el consumo
de alimentos sanos, seguros y balanceados, iniciando por determinar las clases de
hortalizas que tengan presencia de trazas de elementos pesados en sus tejidos como
lo son: acelga, lechuga, apio, brócoli, cilantro y tallos, entre otros, que son
comercializadas en el Distrito Capital a través de los principales centros de distribución
como Centros de Abastos, Plaza de Mercado, supermercados de cadena e
hipermercados.
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